El origen de las primeras cepas plantadas en Mallorca se estima hacia el siglo I y II después de Cristo, con la llegada de los romanos y se mantuvo de forma continuada hasta que en el año 903 los árabes liderados por Isam al Jaulani conquistan la isla de Mallorca. Jaume I el Conquistador con la expulsión de los árabes en Septiembre de 1229 contribuye a la recuperación y reintroducción de la viticultura en la isla, que eclosionaría entre los siglos XIV y XVIII convirtiendo la viticultura mallorquina en uno de los motores de la actividad económica de la isla y de las exportaciones.
A causa de la llegada de la enfermedad de la filoxera en Francia, que arruinará la producción en ese país hacia mediados del Siglo XIX, se vive en Mallorca entre los años 1865 y 1890 una auténtica época de esplendor vitivinícola motivada por las grandes plantaciones con vocación de abastecer la huérfana demanda de vino europea. Es en esa época cuando se consolida y se arraiga a la isla de Mallorca de una forma más patente la cultura y tradición vitivinícola.